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Bienvenidxs a nuestro Blog, somos un grupo de jóvenes estudiantes de distintas disciplinas, reunidxs con el fin de investigar y difundir, los temas relacionados con la niñez y adolescencia, su entorno social y las distintas instituciones relacionadas. Dicha Comisión se consolida en Diciembre del año 2007, con el propósito de Promover la defensa de los Derechos y Deberes en Niños/as y Adolescentes como bases para crear ciudadanía. Y es dirigida por el prestigioso Dr. Eduardo Jorge Chahla.

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102 La línea de los CHICOS

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Los niños según Francesco Tonucci

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Marco conceptual y objetivos

Parte I


La línea directriz que impulsaremos es estas comunicaciones, requiere el conocimiento profundo de las enormes vicisitudes que atraviesan actualmente nuestros niños, adolescentes y sus familias, inmersos en los distintos escenarios del desamparo: maltrato infanto-juvenil, violencia intrafamiliar, uso indebido de drogas, menores en conflicto con la ley y en situación de calle, deserción escolar y enfermedades de transmisión sexual, sin dejar de señalar el grave impacto que plantean los embarazos adolescentes en la dinámica familiar, entre otras.

Obviamente, además de representar todos ellas gravísimas consecuencias sobre su estado físico, determinan patologías psicosociales de difícil diagnóstico y resolución, que llevan a estos grupos de alta vulnerabilidad a experimentar trastornos emocionales y psicológicos que los conducen inexorablemente a su despersonalización y desciudadanización, con una cronificación de imprevisibles consecuencias. Constituyen asimismo un creciente problema de salud pública.

Emiliano Galende definió con precisión este entramado, que puede hacer ingresar al niño, niña o adolescente a un duelo irreversible que no siempre lo llevará a la depresión total y el suicidio, pero si a un deterioro progresivo de su aspecto físico, su forma de vestir, transitar la ciudad, a sentirse miserable, a notar que no puede mirar de frente a sus semejantes, disminuyendo su autoestima y pulverizando su dignidad. Busca entonces reunirse con otros iguales de marginales y construir su vida de alguna forma con los retazos de persona que le quedan.

Por eso pensamos que si el niño, niña y adolescente no se percibe como sujeto de derecho, de acuerdo a lo que propiciara fundacionalmente la Convención Internacional de los Derechos del Niño, y la actualización de sus contenidos por la Ley Nacional 26.061, difícilmente podrán adquirir y practicar actitudes que lo dignifiquen como persona, constructora de su propia ciudadanía con derechos y responsabilidades.

El niño no es una entidad individual sino un centro en el entramado circular de la familia, las instituciones, saberes, los poderes y las estructuras; en fin un centro en la incierta, fascinante y problemática construcción del mundo, nos enseñaba Josefine Dartiguelongue.

En cuanto a los poderes y estructuras, tanto gubernamentales como los emanados de algunas familias, la sintaxis más perfecta proviene de Francoise Dolto que en “La causa de los Niños” decía entre otras cosas, que “la causa de ellos estaba muy mal defendida en todo el mundo, porque los padres educan a sus hijos como los gobiernos lo hacen con los pueblos, y que el adulto es un escándalo que el ser humano en estado de infancia sea su igual.

Complementariamente decía Teodoro Puga al prolongar el libro Los Derechos del Niño, editado por la Sociedad Argentina de Pediatría: “La realidad cotidiana nos permite comprobar que el cumplimiento pleno de los derechos del niño es todavía una deuda pendiente, y como ciudadanos, como padres y como médico debemos exigir el cumplimiento de estos derechos que proyectarnos y encontrar un claro sentido que nos redime de la alienación que atenta contra la vida misma”.

Y también Florencio Escardó señalaba: “por eso uno de los espectáculos que más sacude el ánimo del hombre sensible que se siente con responsabilidad social es la contradicción que existe entre lo que se ha escrito y formulado oficialmente sobre los niños y la distancia que media entre estos enunciados y la realidad cotidiana”.

Por eso en el discurso político las constantes son: la reificación, donde la niñez siempre está dispuesta a ser usada sensiblemente, ya que produce réditos; y la fetichización cuando se las usa con fines de futuros promisorios- que llegan con cuenta gotas- durante las campañas electorales.

Nuestra experiencia en Mendoza, lamentablemente es concordante con la de los autores mencionados. Ni a través de los estudios de diagnóstico y estrategias resolutivas que acercamos a las autoridades gubernamentales para el abordaje de estos grupos de alta vulnerabilidad desde la Sociedad Argentina de Pediatría; de la Facultad de Psicología de la UDA y de Fundación Hospiniño, en 6 Foros de Seguimiento (uno por año), tuvimos eco alguno. Por supuesto sin mencionar las numerosas entrevistas con funcionarios de área durante más de 5 años, tratando de acercar sugerencias basadas en ponencias muy serias.

Resulta entonces que los poderes y las estructuras tienen tal grado de anquilosamiento, que resultan incapaces de generar políticas públicas- salvo parches ocasionales- para un sector permanentemente postergado.

Como perverso trasfondo de tanta inercia, ante cualquier reclamo de mayores recursos humanos y económicos para el sector, exclaman espantados que no es posible, que el gasto público ha llegado a sus niveles más altos en varias décadas.

En su jerga habitual hay permanentes alusiones al “gasto público”, dotando a estas palabras de sus contenidos más injustos, ya que inconcientemente deben leerse como despilfarro, sin retorno ni útiles, son solo ecuaciones numéricas donde no existen personas, seres humanos sufrientes.

Es curioso como nadie utiliza la palabra “inversión pública”, que es lo correcto, ya que usados racionalmente, son la restitución de derechos a través de diversos programas: de salud, sociales, vivienda, agua potable, prevención de discapacidades y previsión.

Sigue entonces vigente lo que también señalaba Hartiguelongue al homenajear a uno de los grandes pediatras argentino Carlos Gianantonio , y que muy bien puede acercarnos a la mística que debemos tener quienes procuramos la protección integral del niño: “ el maestro enfatizó la absoluta dignidad de los niños, su paridad antropológica y generó la respuesta a sus derechos no como dádiva, sino como una relación médico paciente- en nuestro caso equipo de salud-paciente- que fuera tal: relación, vínculo empático, horizontalidad adoptada”.

Continuando con el modelo que nos propone: si de los poderes y las estructuras solamente hay respuestas que mantienen a la niñez y adolescencia en una inclemente victimización de la esfera, debemos recurrir a lo que significan para los intelectuales sus fortalezas: las instituciones y los saberes.

En este sentido pienso que estamos en condiciones inmejorables, ya que nos respaldan instituciones prestigiosas como Sociedad Argentina de Pediatría, la Universidad del Aconcagua desde la Facultad de Psicología, y Fundación Hospiniño.

Cabe señalar que la segunda de las nombradas ha sido pionera en incluir dos cátedras relacionadas con los derechos del niño en una sociedad violenta; y en cuanto a las otras dos es conocida su permanente prédica a favor de la niñez, adolescencia y familia.

La constitución de una Comisión de Seguimiento integrada por jóvenes estudiantes de la UDA, ampliada en el futuro a otras universidades, que han mostrado una entusiasta motivación en la temática desarrollada por las cátedras, aportarán los saberes, junto a otros profesionales; como de hecho lo vienen realizando desde hace 2 años en los talleres de capacitación de líderes estudiantiles en varias escuelas de la provincia.

Los objetivos generales que proponemos son las de abandonar nuestra ambigua y esquiva relación con la comunidad a propósito de todos los factores de riesgo que producen injurias en nuestros chicos, e insertarnos definitivamente en la defensa irrestricta de sus derechos, en el marco de la Ley de Protección Integral 26.061.

Pienso que es lo mejor que la intelectualidad puede ofrecer a la sociedad de la que formamos parte, y contribuyó a nuestro crecimiento, demostrando que no tenemos ni amnesia ni ingratitud.

Si podemos contribuir a la construcción de ciudadanía por parte de los chicos, que no es solamente tener una identidad, sino solidaridad, responsabilidad, apego y respeto por el otro, poseer autoestima, y asumirse como personas dignas, habremos conseguido facilitarles el camino.

Pero para ello debemos comenzar nosotros por verlos como personas y respetarlos en sus debilidades y fortalezas, para que no ingresen en el universo de la invisibilidad como está ocurriendo.

Para lograrlo, nuestros saberes debemos encauzarlos con ideologías, mística, pasión y un abordaje humanizado de su atención. Todo esto lo iremos explicitando en entregas sucesivas.